A diferencia del TEPT, el trauma financiero no se considera un diagnóstico de salud mental, por lo que los asesores y terapeutas financieros muchas veces le restan importancia. A muchas personas nunca nadie les dice que las experiencias sobrecogedoras relacionadas con el dinero pueden llegar a dañar su salud económica y psicológica, indicó Faupl. Sin embargo, una encuesta realizada en 2016 reveló que el 25 por ciento de los estadounidenses, entre ellos un 36 por ciento de milénials, reportó tener síntomas de TEPT derivados de la angustia financiera.
Reconoce las señales de estrés
Una actitud que puede señalar la presencia de un trauma financiero es que evites el dinero, aseveró Melkumian. En otras palabras, es posible que las personas que han sufrido experiencias traumáticas de este tipo se nieguen a hacer un presupuesto, abrir correspondencia que contenga facturas por pagar o hablar sobre sus finanzas.
Esta conducta de evitar el dinero también puede expresarse como resistencia a gastarlo cuando deberías hacerlo. Por ejemplo, Sabree solía decir que se comportaba así con el dinero porque prefería llevar una vida austera. No obstante, se dio cuenta de que no actuaba así por el deseo de ahorrar en caso de alguna emergencia, sino porque quería evitar a toda costa cualquier roce con la pobreza.
Cualquier experiencia dolorosa relacionada con el dinero puede hacernos sentir inseguros, explicó Aja Evans, terapeuta financiera de la ciudad de Nueva York. Añadió que, en muchos casos, esta sensación de inseguridad produce pensamientos negativos, como: “Nunca voy a tener suficiente dinero” o “Nunca voy a ser bueno para manejar dinero”.
Una tendencia al derroche también puede ser señal de trauma financiero. En ocasiones podríamos intentar compensar las privaciones de la infancia con mimos excesivos en la edad adulta. Hay quienes gastan todos sus ahorros en unas vacaciones, comen con mucha frecuencia en restaurantes o derrochan su dinero en compras en línea.
Hubo una época en la que Chantel Chapman, empresaria de 40 años de Richmond, Columbia Británica, Canadá, fue una despilfarradora de este tipo. Chapman relató que durante casi una década gastó en regalos, atuendos y cenas que en realidad no podía costear. Terminó con una deuda de casi 10.000 dólares en tarjetas de crédito y 10.000 dólares en deudas fiscales, situación que le dificultó ahorrar.
Al igual que Sabree, Chapman creció sin seguridad financiera. Pero, a diferencia de Sabree, cuyo trauma financiero lo hizo austero, el de Chapman la convirtió en una derrochadora.
Sumber: www.nytimes.com